sábado, abril 22, 2006

LA ABSENTA

http://www.youtube.com/watch?v=jI1P56vN31s


Coppola; "Drácula". Fragmento de la absenta.



Degas, La absenta (1876).


Uno de mis autores preferidos es Emile Zola, el padre del naturalismo; obras como La Taberna, Naná, Germinal o La bestia humana son auténticas maravillas. Ciertamente que no es autor agradable sino más bien crudo, que refleja sin tonterías la sociedad de su tiempo. De hecho, hoy voy a comenzar con La Taberna; la historia de una mujer humilde, Gervaise que pese a ir subiendo poco a poco a partir de la nada, sin embargo, finalmente, sucumbe a la desgracia que conlleva el abuso del alcohol.

Este fue un tema que a Zola le preocupó muchísimo, y que los artistas de su época reflejaron pues es necesario decir que, en aquel tiempo, no era el simple vino el origen de tantos desastres, sino el consumo de la maldita absenta, el “hada verde”, la cual causaba trastornos mentales, puesto que provoca reacciones similares a las que producen el consumo de otras sustancias psicotrópicas. La destilación de las hojas y los tallos del ajenjo hace que se desprendan las betatuyonas, cuya intoxicación produce el síndrome denominado absintismo, el cual se caracteriza por la correspondiente adicción, hiperexcitabilidad, convulsiones, alucinaciones, deterioro del sistema nervioso, demencia y, finalmente, la muerte. Está prohibida en USA y en toda Europa menos en Portugal y España, donde aún se puede comprar.

Para saber más sobre la absenta pinchar en:

http://es.wikipedia.org/wiki/Absenta

En éste otro link podéis comprar absenta (por lo visto la mejor es la Mata Hari) bajo vuestra responsabilidad:

http://www.spiritscorner.com/


Centrándonos en la gastronomía, uno de los platos que parece se consumían mucho entre las clases populares durante los días de fiesta era el conejo, que aparece mencionado tanto en La Taberna como en Germinal. Yo os voy a dar una receta que es también del pueblo y, además, muy rica:


CONEJO AL PIMENTON

Ingredientes: 1 conejo de 1 kilo, 1/2 cebolla, 1/2 pimiento rojo, 2 dientes de ajo, 1 cucharada (sopera) de harina, 75 centilitros de coñac, 1 cucharada (de las de café) de pimentón, sal, aceite, agua.

Freímos el conejo troceado en una sartén hasta que esté bien dorado; cuando esté frito, lo pasamos a una cazuela. Reservamos el aceite de freír. Mientras, machacamos los ajos en el mortero y echamos en él el coñac, rebajado con un poco de agua. Lo reservamos.

En el mismo aceite de freír el conejo, freímos la cebolla y el pimiento, bien troceados, durante 5 minutos, a fuego medio, añadimos una cucharada sopera de harina al refrito de la sartén y lo revolvemos todo durante un minuto. Echamos en la sartén la cucharada de pimentón, revolvemos (cuidado de que no se queme el pimentón, mejor es apartar la sartén del fuego) y, a continuación, vertemos la mezcla de ajos, coñac y agua que teníamos en el mortero.

Todo el refrito de la sartén se echa en la cazuela en la que habíamos reservado el conejo y añadimos sal y un vaso de agua o hasta que cubra. Ponemos la cazuela a cocer durante 3/4 de hora a fuego lento y cuando ya esté lo servimos.