jueves, abril 27, 2006

LA TABERNA

http://www.youtube.com/watch?v=IPwASXIz_kE


Banda Sonora de "Los Miserables".


Gericault "La Balsa de la Medusa"


Como ya señalé en otro post, Zola es el padre del naturalismo. El naturalismo es una corriente literaria que partiendo del positivismo y del evolucionismo trata de ofrecer un retrato veraz de la realidad social; no se puede olvidar que el siglo XIX es el siglo de la “cuestión social”.

Para Zola el destino de una persona viene determinado tanto por la herencia genética como por las circunstancias ambientales, pero todo ello íntimamente unido. De hecho, en lo que a la protagonista de La Taberna se refiere –Gervaise-, el padre de la misma, -un auténtico holgazán que vivía de su mujer y sus hijos y solía aparecer borracho-, era hijo ilegítimo de una madre loca y un padre que se dedicaba a la caza furtiva y que muere a manos de un guardia. La madre de Gervaise, pese a ser muy trabajadora, de vez en cuando le daba al anisete (más bien absenta, pues parece ser que ésta bebida recuerda al anís) acompañada de su hija, a la cual siendo niña intentó fortalecer a base, precisamente, de anisete (absenta). Gervaise nació coja a consecuencia de una paliza que el marido propinó a la mujer cuando ésta estaba embarazada de Gervaise. Por supuesto, todo ello en un ambiente de miseria.

El cuadro que encabeza el post es “La Balsa de la Medusa”, obra de Gericault y ante la que Gervaise se paró, como intuyendo su futuro, en la visita que hicieron al museo antes del banquete del que ahora os hablaré.

La primera descripción gastronómica que aparece en La Taberna es la del banquete de bodas de Gervaise con Coupeau; si lo leéis veréis que en nada se parece al banquete de “Arroz y tartana” y es que Zola parece aprovechar tal evento para describir la miseria:

“La sopa de fideos, casi fría, se la comieron muy deprisa, sorbiendo ruidosamente las cucharas. Servían dos camareros que llevaban unas chaquetillas grasientas y unos delantales de un blanco dudoso”; continúa con “pasteles de carne”, “estofado de conejo, servido en una fuente ancha y honda como una ensaladera”, “carne mechada en su salsa y judías verdes”, “dos pollos magros servidos sobre un lecho de berros ajados y requemados por el horno” y termina con el postre: “huevos a la nieve en una ensaladera rodeada por dos platos de queso y dos platos de fruta”. Aquí he decidido no poner más descripción del evento, pero realmente es horrible.

Y es que una cosa es la cocina popular y otra, muy distinta, la cocina cochambrosa; como una cosa es la pobreza y otra, también muy distinta, la miseria.

Yo, para empezar, os voy a dar una receta francesa muy típica y sencilla

SOPA DE CEBOLLA.

Ingredientes: 50 gr. de mantequilla, 1 cucharada de aceite de oliva, 4 cebollas grandes cortadas finas, 1 diente de ajo majado, 1 cucharada de azúcar (opcional), 2 cucharadas de vinagre de vino tinto (opcional), 1/3 taza de harina, ½ taza de jerez, 1 taza de vino blanco, 400 c.c. de caldo de carne, 1 ¼ tazas de agua.

Para las tostas: 2 cucharadas adicionales de aceite de oliva, 1 diente de ajo majado, 1 barrita de pan en rebanadas de 2 cm, ½ taza de queso parmesano rallado.

En una sartén grande, calentar la mantequilla y el aceite y sofreír bien las cebollas durante 20 minutos hasta que se doren (comenzar por fuego fuerte y después reducir a fuego medio). Agregar el ajo y el azúcar (opcional) hasta que éste adquiera color dorado. Añadir entonces el vinagre (opcional) y dejar cocer 2 minutos. Espolvorear la harina sobre las cebollas removiendo durante 1 minuto más. Echar el jerez, el vino blanco, el caldo y el agua sin dejar de remover hasta que la mezcla hierva y adquiera consistencia. Dejar hervir la sopa a fuego lento, sin taparla, unos 25 minutos.

Precalentar el horno a 210 ºC. mezclar el aceite y el ajo en un cuenco y aplicar esto a ambas caras de las rebanadas; espolvorear una de las caras con el parmesano y hornear 5 minutos o hasta que estén doradas. Colocar una rebanada por cuenco y echar la sopa por encima. Servir.

El azúcar y/o el vinagre opcional se debe a que a algunas personas no les gusta el agridulce; en ese caso lo mejor es quitar sobre todo el vinagre y reducir la cantidad de azúcar o quitarla también. Yo la hago con todo; me encanta pero reconozco que es una sopa un poco peculiar.