EL FUNDAMENTALISMO
http://www.youtube.com/watch?v=lGcDcO6bey4
Vídeo: Fragmento de la película “El nombre de la rosa”, en el que fray Guillermo de Baskerville sostiene una discusión con Jorge de Burgos sobre la risa y de si Jesús rió o no, según los evangelios.
Nota aclaratoria: El post de hoy sé que puede ser muy polémico; quisiera aclarar que todo lo que sigue debe ser entendido en términos de extremismo puro y que se habla en general. Por otra parte, todo lo siguiente está tomado de diferentes estudios realizados por especialistas cristianos.
El fundamentalismo es una religiosidad nostálgica de los tiempos pasados, que no se fía de la modernidad, especialmente de la razón ilustrada. Teme especialmente a las ciencias histórico críticas y hermeneúticas, las cuales son rechazadas con especial agresividad pues según ellos, ponen en peligro las certezas religiosas bíblicas. Es decir, quedan anclados en una actitud fijista, inamovible. Se vuelve hacia el refugio de lo antiguo y bien conocido, y es una religiosidad de la mirada hacia atrás y del recelo al presente y futuro. Se teme ser arrastrados por el oleaje secular que ha anegado los sanos principios en los que se vivía tradicionalmente. Se achaca a la pretendida libertad crítica y de comportamiento la caída en un agnosticismo hedonista y sin sensibilidad para lo sagrado. La respuesta, por lo tanto, se debe de buscar en un regreso a las fuentes, a la tradición y en la interpretación literal de la Biblia; toman al pie de la letra el texto sagrado, al que consideran inmune a todo error. Predomina un trasfondo en su concepción de la revelación que empapa toda su religiosidad: se posee el conocimiento definitivo. Un conocimiento venido por vía extraordinaria, ajeno a los caminos de la racionalidad y de cualquier trabajo laborioso de búsqueda, elaboración de conceptos, contrastación con la realidad.
Nota aclaratoria: El post de hoy sé que puede ser muy polémico; quisiera aclarar que todo lo que sigue debe ser entendido en términos de extremismo puro y que se habla en general. Por otra parte, todo lo siguiente está tomado de diferentes estudios realizados por especialistas cristianos.
El fundamentalismo es una religiosidad nostálgica de los tiempos pasados, que no se fía de la modernidad, especialmente de la razón ilustrada. Teme especialmente a las ciencias histórico críticas y hermeneúticas, las cuales son rechazadas con especial agresividad pues según ellos, ponen en peligro las certezas religiosas bíblicas. Es decir, quedan anclados en una actitud fijista, inamovible. Se vuelve hacia el refugio de lo antiguo y bien conocido, y es una religiosidad de la mirada hacia atrás y del recelo al presente y futuro. Se teme ser arrastrados por el oleaje secular que ha anegado los sanos principios en los que se vivía tradicionalmente. Se achaca a la pretendida libertad crítica y de comportamiento la caída en un agnosticismo hedonista y sin sensibilidad para lo sagrado. La respuesta, por lo tanto, se debe de buscar en un regreso a las fuentes, a la tradición y en la interpretación literal de la Biblia; toman al pie de la letra el texto sagrado, al que consideran inmune a todo error. Predomina un trasfondo en su concepción de la revelación que empapa toda su religiosidad: se posee el conocimiento definitivo. Un conocimiento venido por vía extraordinaria, ajeno a los caminos de la racionalidad y de cualquier trabajo laborioso de búsqueda, elaboración de conceptos, contrastación con la realidad.
El fundamentalista cree que tiene en exclusiva la verdad religiosa. Reivindica la autoridad de una sagrada tradición y sitúa públicamente a la religión como centro de la política, el derecho, la cultura y la ética. De ahí su actitud hostil o de oposición a la modernidad secular, al creer que ésta socava los fundamentos de la fe. Recordemos que la modernidad defiende las libertades individuales, la emancipación humana de la tutela jurídica religiosa, la soberanía procedente del pueblo, la igualdad entre el hombre y la mujer, el derecho de todo ciudadano al voto y la constitución estatal no confesional. El fundamentalista rechaza el pluralismo político y religioso por su carácter relativizador y se opone a la evolución biológica y al desarrollo histórico.
Los fundamentalismos religiosos surgen en tiempos de crisis institucional, mutación de valores éticos, secularización radical religiosa, críticas a la religión y cambios profundos en la sociedad. No olvidemos que el ser humano es frágil y está necesitado de seguridad. Pensemos además que la sociedad es compleja y que todos buscamos claves sencillas de interpretación, sin que a menudo las encontremos.
Les caracteriza una visión apocalíptica del mundo, al intuir que ha crecido desorbitadamente el poder del ser humano en detrimento del poder de Dios y, en consecuencia, juzgan que la sociedad actual está desviada y corrompida. Por eso desean ingenuamente volver hacia atrás, a una situación anterior, considerada ideal por su estabilidad y firmeza, regida por la autoridad con mano dura en lo doctrinal y lo disciplinario.
http://es.youtube.com/watch?v=phjGl1ywPuU
Lo más peligroso de los fundamentalistas es el rechazo de cualquier opción divergente de la suya. De ahí su proclividad al totalitarismo, con una dosis elevada de tradicionalismo, autoritarismo y fanatismo. En una palabra, tienen espíritu sectario y, con frecuencia, son intolerantes. Por estas razones propenden al idealismo, les seduce el lenguaje radical y llevan dentro, aunque inconscientemente, un escaso bagaje de comprensión. El grupo sectario no admite ninguna novedad, interpretación o reglas de funcionamiento. No hay que cambiar nada.
Pero en el catolicismo también existe ésta tendencia. El fundamentalismo invadió hace años ciertos sectores de la Iglesia Católica y de muchas Iglesias cristianas. Sin duda alguna, el Vaticano II nos ha ayudado a superarlo al comprender mejor el Evangelio, pedir perdón por las atrocidades cometidas con nuestros adversarios –llamados a veces “inicuos enemigos”–, ver lo positivo del mundo, aceptar el ecumenismo, dialogar con todos y tomar en serio la fe y la caridad.
Actualmente algunos analistas señalan a nuevos grupos que tendrían esta particularidad. De todas formas, quizás lo mejor sea poner el ejemplo del enfrentamiento que se dio entre el Concilio Vaticano II y los lefebvristas; éstos últimos acusaron y continúan acusando a la Iglesia de haberse plegado a la modernidad, traicionando el espíritu de la Iglesia.
“Estudios psicológicos describen a sus adeptos más celosos como «personas autoritarias», es decir, como individuos que se sienten amenazados en el mundo dominado por seres malignos en actitud permanente de conspiración, que piensan en términos simplistas y conforme a esquemas invariables, y que ante sus problemas se sienten atraídos por respuestas autoritarias y moralizantes. Cuando los cambios culturales alcanzan cierto grado crítico, tales individuos tienen a reunirse a movimientos radicales dentro de sus respectivas tradiciones religiosas”.
Galindo CM Florencio. "El fenómeno de las sectas fundamentalistas. La Conquista evangélica de América Latina". Verbo Divino 2ª. Estella (Navarra), 1994. Pág., 22
Los rasgos psicológicos de la personalidad autoritaria son los siguientes:
Obediencia ciega a la autoridad, cumplimiento estricto de normas rígidas, expectativa de lealtad incondicional por parte de sus subordinados, hostilidad frente a los miembros de otros grupos, admiración hacia los poderosos, piensa en términos de blanco-negro, insiste en características inmutables, piensa en términos jerárquicos, acepta rígidamente los valores convencionales a expensas de cualquier decisión moral autónoma.
El fanático considera su creencia, su ideal como algo sagrado y como tal por encima de todo. Otra característica de la fe fanática es la intolerancia, no soporta que lo contradigan: se pone tenso, se excita y se enfurece contra el que opina diferente. No soporta los argumentos del otro porque lo obligan a cuestionarse sus creencias y abren fisuras en su bloque monolítico. Por ello prefiere hacer proselitismo y convencer él a otros.
El fanático es un hombre profundamente frustrado; es una frustración del yo, de la propia identidad. Sintiéndose el fanático decepcionado respecto a sus propias capacidades, opta como solución por cambiar de identidad, por renunciar a sus atributos individuales identificándose totalmente con un ideal. En definitiva el fanático odia la realidad porque puede contradecirlo y en los casos extremos, está dispuesto a morir y matar por su ideal.
Bueno, pues la receta de hoy es oscura, como la mente de los fanáticos.
CHIPIRONES RELLENOS EN SU TINTA. (Foto casera. Pulsar sobre ella para ampliar).
Ingredientes (para 6-8 personas): 2 kg. chipirones, 150 gr. jamón serrano, 3 cebollas grandes muy picadas, 3 tomates grandes maduros, 1 cucharada de harina, aceite, perejil picado, 2 dientes de ajo picado, sal, bolsitas de tinta si hiciera falta.
Se limpian bien los chipirones y se les da la vuelta, se limpian también y se les deja así. Se guardan las tintas (si no se sabe hacer o se rompen, entonces se pueden desechar y sustituir por las bolsitas de tinta que venden en el super) y se pican las patitas y aletas. Se pica el jamón muy menudo y se ralla o pica finísimo ½ cebolla. Se calienta aceite en una sartén y se sofríe lentamente la ½ cebolla, entonces se añaden las patitas y alitas picadas, se le da una vuelta y se echa el jamón picado. Se deja sofriendo lentamente hasta que las patitas estén cocidas. Entonces se retira y se espera a que temple un poco.
Una vez que está templado, se van rellenando los chipirones pero no hasta arriba, pues siempre merman un poco; entonces se atraviesa la abertura con un palillo para evitar que se salga el relleno.
En una cazuela, se pone aceite y se rehogan el resto de las cebollas también picadísimas hasta que se ablanden, entonces se añaden los tomates pelados, despepitados y muy picados, los ajos también muy picados y el perejil. Se deja cocer a fuego muy lento. Cuando veamos que la salsa ya está y ha espesado, se añaden los chipirones. Se tapa y se deja cocer lentamente. Mientras, en un cuenco ponemos la harina con las tintas y una cucharada de agua; se deslíe bien y se vierte todo esto, pasándolo por un colador, sobre los chipirones. Se añade un poco de agua para que pase del todo y se deja hervir hasta que estén tiernos. Añadir sal si es necesario, pero no olvidar que lleva jamón.
Se puede acompañar con arroz blanco.
Ingredientes (para 6-8 personas): 2 kg. chipirones, 150 gr. jamón serrano, 3 cebollas grandes muy picadas, 3 tomates grandes maduros, 1 cucharada de harina, aceite, perejil picado, 2 dientes de ajo picado, sal, bolsitas de tinta si hiciera falta.
Se limpian bien los chipirones y se les da la vuelta, se limpian también y se les deja así. Se guardan las tintas (si no se sabe hacer o se rompen, entonces se pueden desechar y sustituir por las bolsitas de tinta que venden en el super) y se pican las patitas y aletas. Se pica el jamón muy menudo y se ralla o pica finísimo ½ cebolla. Se calienta aceite en una sartén y se sofríe lentamente la ½ cebolla, entonces se añaden las patitas y alitas picadas, se le da una vuelta y se echa el jamón picado. Se deja sofriendo lentamente hasta que las patitas estén cocidas. Entonces se retira y se espera a que temple un poco.
Una vez que está templado, se van rellenando los chipirones pero no hasta arriba, pues siempre merman un poco; entonces se atraviesa la abertura con un palillo para evitar que se salga el relleno.
En una cazuela, se pone aceite y se rehogan el resto de las cebollas también picadísimas hasta que se ablanden, entonces se añaden los tomates pelados, despepitados y muy picados, los ajos también muy picados y el perejil. Se deja cocer a fuego muy lento. Cuando veamos que la salsa ya está y ha espesado, se añaden los chipirones. Se tapa y se deja cocer lentamente. Mientras, en un cuenco ponemos la harina con las tintas y una cucharada de agua; se deslíe bien y se vierte todo esto, pasándolo por un colador, sobre los chipirones. Se añade un poco de agua para que pase del todo y se deja hervir hasta que estén tiernos. Añadir sal si es necesario, pero no olvidar que lleva jamón.
Se puede acompañar con arroz blanco.