sábado, junio 21, 2008

SAN ISIDORO DE LEÓN

http://es.youtube.com/watch?v=dM38-ZKwdkc



Vídeo-Música: el maestro Narciso Yepes interpreta una marcha irlandesa del S. XI. Os la recomiendo, es preciosa.





San Isidoro de León es una de las joyas del arte románico; construido durante los siglos XI y XII por los Reyes de León, cuenta con un panteón real cuyos frescos le han dado el nombre de la “capilla sixtina” del románico, pero hoy no voy a tratar de la pintura sino de las puertas; concretamente de la Puerta del Cordero.

Las puertas tienen una gran importancia en la simbología pues es el elemento que marca el paso de un espacio a otro; así del espacio profano al espacio sagrado y viceversa. La puerta da acceso a la revelación, y sobre ella vienen a reflejarse las armonías del universo. Suger decía que convenía admirar la belleza de la obra consumada, y no la materia de la que ha sido hecha la puerta. Añadía que la belleza que ilumina a las almas debe dirigirse hacia la luz de la que Cristo es la puerta verdadera. Cristo, escribe san Clemente de Alejandría citando un texto gnóstico, “es la puerta de la justicia”. La puerta se toma como una designación simbólica del propio Cristo (Jn 10, 1-10): es la única puerta por donde las ovejas pueden acceder al redil, es decir al reino de los elegidos. Por otra parte, los pórticos desempeñan un papel preponderante pues presenta una especie de síntesis suficiente para ofrecer una enseñanza.

Además, tiene también una significación escatológica. La puerta como lugar de paso y, sobre todo, de llegada se convierte en el símbolo de la posibilidad de acceso a una realidad superior o inversamente, de la efusión de dones celestiales sobre la tierra. Es así como el regreso de Cristo se anuncia y describe como el de un viajero que llama a la puerta.





LA PUERTA DEL CORDERO.

Es la obra culminante del primer período escultórico acabada hacia el 1100. Uno de los grandes logros del románico pleno fue la aplicación de la escultura monumental a la arquitectura y la portada historiada es una de sus mejores manifestaciones. La Puerta del Cordero, de los primeros años del siglo XII y relacionada estilísticamente con la compostelana de Platerías, se abre en el cuarto tramo de la nave sur del templo.

Lo más destacado de todo el conjunto es el tímpano, que es el primero en el románico que se decora con varias escenas; se puede dividir en dos mitades, la superior y la inferior.



En la parte superior nos encontramos con una imagen apocalíptica del Cordero de Dios, el Agnus Dei, flanqueado por dos ángeles; en la parte de abajo se representa la historia del sacrificio de Isaac.
Esta parte superior se puede dividir a su vez en otras tres. Las dos laterales son de forma triangular con un lado convexo al exterior. En ellas se esculpen sendos ángeles que tienen la cara vuelta hacia lo alto, señalando con su mano exterior, mientras que en la interior portan cruz. Entre ambas, otra pieza rectangular irregular muestra al Agnus Dei que con su pata anterior derecha porta la cruz que emerge por detrás del lomo.



Su cabeza esta coronada por un nimbo crucífero. Se inscribe en una mandorla de profunda labra, cuyo bisel exterior se enriquece con una corona de perlas. Es transportada por dos ángeles al modo de los genios alados que se advierten en algunos sarcófagos romanos. El Agnus Dei se refiere a Jesucristo en su rol de víctima ofrecida en sacrificio por los pecados de los hombres, a semejanza del cordero que era consumido por los judíos durante la conmemoración anual de la Pascua. Este título fue aplicado a Él por el profeta san Juan Bautista, durante el episodio del bautismo de Jesús en el río Jordán, según se relata en los evangelios (Jn 1, 25-35). Esta imagen del Mesías como Cordero de Dios proviene de los textos proféticos, especialmente Isaías (Is 53, 7) y Ezequiel (Ez 46, 13-15), y es asumida en toda su plenitud primero por san Pablo en I Co 5, 7, y por san Juan en el Apocalipsis, libro en el que el Cordero de Dios aparece como representación directa de Jesucristo como Salvador y Juez.






Respecto a la parte inferior, la podemos dividir igualmente en tres escenas. A la derecha la primera imagen es la de Isaac que marcha de casa montado sobre un asno y dejando en casa a su madre sentada delante de la tienda; a continuación vemos a Isaac quitándose los zapatos, al encontrarse en tierra sagrada.






La imagen central es cuando Abraham va a sacrificar a su hijo por mandato de Dios; inmediatamente la mano de Dios, que simboliza el mandato divino de parar el sacrificio, y que en el románico es una representación de Dios, y debajo de ella un carnero que es ofrecido por un ángel. Importante es el árbol detrás de Isaac, el árbol de la vida que hace referencia a la genealogía y al pueblo judío. En cuanto a la mano de Dios, se debe de señalar que este es un símbolo muy antiguo que aparece desde el paleolítico; es un símbolo natural del poder.
En la siguiente secuencia encontramos lo que la hace distinta de otras con la misma historia que también se representaban durante esta época, es la aparición de dos personajes más: Agar e Ismael




A la izquierda del tímpano vemos la imagen de una mujer, Agar, la madre de Ismael, que descubre pierna y pecho, frente a Sara que está sentada honorablemente. Justamente al lado de Hagar, Ismael monta un asno, al igual que Abraham, pero dirigiendo una flecha hacia el Cordero. De esta manera se pone de relieve la doble genealogía de Abraham; de Isaac proceden los cristianos, mientras que de Agar e Ismael, los musulmanes. De hecho, la representación de este último lanzando una flecha hacia el Cordero de Dios, no deja de ser una muestra de los conflictos de la época.
El grupo tiene un claro sentido eucarístico, ya que desde la Antigüedad se considera este episodio como una prefigura del posterior sacrificio en la cruz.




Todo el tímpano descansa sobre dos mochetas con cabeza de carneros. Los carneros son también un símbolo de Cristo, animales de Cristo.

Respecto a los capiteles, mirando desde el exterior hacia el interior y de derecha a izquierda, nos encontramos con figuras alegóricas de los vicios y pecados. En el primer grupo nos encontramos con lo siguiente:




Este es el capitel de la derecha; es de entrelazado libre que viene a representar el fuego infernal.



El de la izquierda muestra en su ángulo a una arpía alada, de rasgos humanos y cuyas garras se aferran al collarín del capitel, al igual que lo hacen las otras dos criaturas maléficas que la acompañan




Respecto al segundo grupo de capiteles, el de la derecha es una figura femenina desnuda, con los cabellos desparramados, mostrando el vientre y que en vez de manos tiene garras. A su lado, a la izquierda, una figura que recuerda a un toro y a la derecha un personaje demoníaco cornudo que de la misma manera, en vez de manos tiene garras. El toro es una representación de las fuerzas fecundantes en las religiones de la naturaleza, de hecho se debe de recordar el culto al dios El practicado por los antiguos hebreos, que fue prohibido por Moisés.



El capitel de la izquierda, nos muestra un hombre que lleva una soga alrededor del cuello, está desnudo de cintura para arriba y entre dos monos con sus patas transformadas en garras. El mono en la simbología románica es imagen del hombre degradado por sus vicios; en particular la lujuria y la malicia.

Todas estas figuras estas figuras proceden de las antiguas religiones telúricas, en las que predomina lo femenino, el culto a la fecundidad, etc...pero que se cristianizaron y vinieron a mostrar lo rechazable, tomando otro significado, como es habitual en los símbolos.
De nuevo no se puede olvidar el talante pedagógico, educativo y moralizador de la escultura románica






Dos figuras flanquean el tímpano. A la izquierda, San Isidoro bendiciendo, que está identificado por una inscripción, además de portar el atuendo episcopal y el báculo; aparece además, acompañado por un guerrero que se encuentra mirando al Santo y que porta un escudo y una espada.

En el flanco derecho se encuentra San Pelayo, representado como un joven de gran hermosura, ambas cosas resaltadas por la larga cabellera. Su mano con la palma abierta al nivel del pecho y que recuerda a la Virgen, significa la aceptación de la voluntad de Dios, que en San Pelayo fue el martirio que sufrió en el año 925.

Que ambos aparezcan sobre repisas de cabeza de toro, señala el triunfo del cristianismo sobre el paganismo. De nuevo aparece el toro como símbolo de esas religiones vencidas que, como ya he señala pertenecen a antiguas religiones.





La portada se corona con placas del zodiaco a modo de metopas sobre relieves del rey David y sus músicos. Ambos motivos tenían una gran importancia en el Románico y sobre todo en el caso de San Isidoro con mayor motivo ya que a los reyes les convenía asociarse a la figura del rey David: buen soberano, pecador pero también penitente y humilde ante Dios. La representación nos muestra al rey en su faceta de músico y autor de los Salmos, rodeado de músicos que tocan varios instrumentos además de una figura que parece sostener un libro en las manos.




Sobre el rey David y los músicos, aparecen seis de los signos del zodiaco. Leyendo de derecha a izquierda: Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.







Justamente al otro lado, tenemos los otros seis signos. Leyendo de derecha a izquierda los signos zodiacales son Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo y Libra.


El zodiaco hace referencia a la buena ordenación del universo bajo Dios como gobernador celestial, y se solía representar junto a la labor de los meses del año como se observa en las pinturas del Panteón. Detrás de la representación de las labores estaba el significado del monarca como buen dirigente terrenal, siguiendo el ejemplo de Dios, y la inmutabilidad con que cada individuo ocupaba su lugar en este mundo.

Bueno, pues después de todo esto, os voy a dar la receta de un plato típico de León; es muy contundente, casi salvaje, pero os aseguro que exquisito, aunque no para estómagos delicados. Ya sé que para el verano no pega, pero si no recuerdo mal, la primera vez que yo lo comí fue en verano, allá en Valporquero (son unas cuevas).






CECINA DE CHIVO GUISADA. (Foto casera. Pulsar para amliar).

Ingredientes (para 4 personas): 1,5 kg. cecina de chivo curada, 1 chorizo de chivo, agua.

Se pone a remojo la cecina de chivo de 12 a 24 horas. Se retira el agua y se pone a cocer junto con el chorizo hasta que esté tierna (depende de la calidad de la cecina y del tiempo que lleve curada; puede variar desde 1 hora y media hasta 3 horas). Una vez cocida, servir con el chorizo cortado en trozos y, si se desea, acompañar con una ensalada de lechuga o repollo cocido y rehogado con un par de dientes de ajo.
P.D. En la imagen, en la parte superior, he abierto la carne para que podais ver como es de roja y jugosa (y fuerte).