martes, octubre 31, 2006

HALLOWEEN


https://www.youtube.com/watch?v=Tx9P3mAcm8Y



"Pesadilla antes de Navidad" (1993).








La imagen que encabeza el post es el poster de la genial película de Tim Burton “Pesadilla antes de Navidad”. El resto de las imágenes son dibujos tomados de la misma. Trata de lo siguiente: en Halloweentown, Jack Skellington es el Rey de las Calabazas. Cansado de liderar cada año la fiesta de Halloween, la curiosidad le lleva a visitar un día la fiesta de la Navidad. Fascinado por ella, decide secuestrar a Santa Claus y celebrarla a su manera. Pero las consecuencias que ello produce le harán comprender que se trata de algo bastante más diferente a lo que los habitantes de Halloweentown suponían en un principio.

Os recomiendo muchísimo esta película; las imágenes que tiene son una maravilla.


Pero todo esto viene a cuento de la fiesta de Halloween; en España tenemos la Noche de Difuntos que hasta no hace demasiado se pasaba contando historias de terror. Halloween es una fiesta que se celebra en muchísimos países. Pero ¿de dónde viene?. Pues tiene su origen en Irlanda, hace 3000 años como una festividad que celebraban los Druidas (sacerdotes de tribus Celtas) para celebrar el día que Samán, el dios de los muertos, invocaba a los malos espíritus a reunirse, la última noche del año, para examinar los acontecimientos del futuro, y además, que visitaran sus antiguos hogares en la tierra. A través de la historia se ha ido mezclando el paganismo y el cristianismo a la hora de celebrar esta fiesta. De hecho, el tema de la calabaza viene por la leyenda de Jack-O-Lanterns. Según cuenta la historia...






“Un hombre irlandés, tacaño y muy bebedor, llamado Jack, tuvo la mala fortuna de encontrarse con el diablo en un bar, en la Noche de Brujas, como algunos afirman. Jack había bebido mucho y aún tenía mucho más por beber, estaba apunto de caer en las garras del diablo. Pero pudo engañar al diablo ofreciéndole su alma a cambio de un último trago. El diablo se transformó en una moneda para pagar al camarero, pero Jack rápidamente lo tomó y lo puso en su monedero. Como Jack tenía una cruz en su monedero, el diablo no pudo volver a su forma original. Jack no dejaría ir al diablo hasta que le prometiera no pedirle su alma en 10 años.

Diez años más tarde, Jack se reunió con el diablo en el campo. El diablo iba preparado para llevarse el alma de Jack, pero Jack pensó muy rápido y dijo: "Iré, pero antes de hacerlo, ¿me pasarías la manzana que está en ese árbol por favor?". El diablo pensó que no tenía nada qué perder, y de un salto llegó a la copa del árbol, pero antes de darse cuenta, Jack ya había tallado una cruz en el tronco de un árbol con un cuchillo. Entonces el diablo no pudo bajar, sin atrapar a Jack y sin obtener su alma. Jack lo hizo prometer que jamás le pediría su alma nuevamente, y el diablo tuvo que aceptar, pues no le quedaba nada más por hacer.

Jack murió unos años más tarde, pero no pudo entrar en el cielo, pues durante su vida había bebido mucho y había sido un estafador. Pero cuando intentó entrar, por lo menos al infierno, el diablo tuvo que enviarlo de vuelta, pues no podía tomar su alma. "¿Adónde iré ahora?", Preguntó Jack, y el diablo le contestó: "Vuelve por donde viniste". El camino de regreso era oscuro y con mucho viento. El diablo le lanzó a Jack un carbón encendido directamente del infierno, para que se guiara en la oscuridad, y Jack lo puso en un nabo que iba comiendo, para que no se apagara con el viento.

....Jack fue condenado a caminar en la oscuridad eternamente.....































El que los nabos se cambiasen por calabazas se debió a que cuando los irlandeses llegaron a América, conocieron las calabazas y se dieron cuenta de que estas eran mucho más grandes y fáciles de ahuecar.

En cuanto a los disfraces, la tradición de "disfrazarse" en Halloween es relativamente reciente. Dicen que nació en Francia entre los siglos XIV y XV, durante la celebración de la "Fiesta de Todos los Santos" cuando Europa estaba azotada por la peste bubónica. La plaga provocó entre los católicos un gran miedo a la muerte y, de rebote, exaltó su creatividad. Las misas en la fiesta de los "Difuntos" se multiplicaron y nacieron muchas representaciones artísticas que le recordaban a la gente su propia mortalidad. Estas representaciones eran conocidas como la "Danza de la Muerte" y con el tiempo dieron lugar a una auténtica "fiesta de disfraces" con la muerte como denominador común.

Otra tradición muy arraigada en EEUU es la que se conoce como "dulce o travesura" (Trick or Treat). Como es sabido, en la noche de Halloween los niños americanos se disfrazan de seres monstruosos y llaman a las puertas de los vecinos dándoles a elegir entre entregar un dulce o recibir un susto. Esta costumbre debe su origen a la persecución de los protestantes contra los católicos en la Inglaterra de los siglos XVI y XVII. Producto de esta persecución, el rey protestante Jaime I y su Parlamento fueron víctimas de un intento de atentado pero el plan fue descubierto cuando un tal Guy Fawkes se fue de la lengua. Esto generó una fiesta burlona en que bandas de protestantes ocultos con máscaras celebraban la fecha visitando a los católicos y exigiéndoles cerveza y pasteles. La amenza: "Trick or Treat", "Dulce o Treta". De esta manera el "Día de Guy Fawkes" llegó a América con los primeros colonos, se trasladó al 31 de octubre y se unió con la fiesta de Halloween.





La costumbre de pedir y comer dulces comenzó en Europa en el siglo IX cuando, cada 2 de noviembre, los cristianos iban de pueblo en pueblo pidiendo "tortas de alma" (pedazos de pan dulce). Cuantas más recibían, más prometían rezar por la paz de los parientes muertos de los donantes. Con el tiempo esta costumbre se fue fusionando con la fiesta de Halloween hasta convertirse en otro rasgo típico de la celebración.

Respecto a la noche de brujas, dice la leyenda que las brujas se reunían dos veces al año: el 30 de abril (víspera de mayo) y el 31 de octubre (víspera de "Todos los Santos" y festividad de Halloween). Convocadas por el diablo, llegaban en sus escobas para participar en los aquelarres y aprender nuevos hechizos. Hoy en día la noche de Halloween es reconocida por todos los satanistas, ocultistas y adoradores del diablo como víspera del año nuevo para la brujería. Para muchos, es la noche en que los poderes satánicos y de brujería están en su nivel de potencia más alto. Es lógico pues que sus ritos se hayan ido mezclando con la celebración actual del Halloween. Por cierto, los entendidos aseguran que basta con ponerse la ropa al revés y caminar hacia atrás la noche de Halloween para que se te aparezca una bruja. Además, se dice que los gatos negros es un disfraz que utilizan las mismas brujas para pasearse tranquilamente por la ciudad. Por eso una de las tradiciones de Halloween advierte que si un gato negro se te cruza por delante en esta noche la mala suerte caerá sin remedio sobre tu cabeza. ¿Sin remedio? No, hay un antídoto: cuando te pase eso da inmediatamente siete pasos hacia atrás y ¡maldición conjurada!.

La receta que os propongo no puede ser otra sino aquella que tenga por ingrediente principal la calabaza. Aquí tenéis, (es muy sencilla y está buena):


 



CREMA DE CALABAZA. (Foto casera. Pinchar en la imagen para agrandar).


Ingredientes (4 personas): 300 grs. calabaza, 2 zanahorias muy picadas, ¾ l. de caldo de verdura o pollo, ½ l. de leche, 1 cucharada sopera de cebollino y perejil picados, sal y pimienta (opcional 1 patata, 1 puerro).

Se pela (o se vacía y se hace una máscara de Halloween –por pasar el rato-) y se corta la calabaza y la zanahoria (y las verduras opcionales) en trozos. En una cazuela se pone el caldo, la leche y toda la verdura, además de sal y pimienta blanca molida y se deja cocer a fuego medio durante 35 minutos. Una vez ya muy blandas las verduras, se pasa todo por la batidora; aquí, si se quiere, cuando se está pasando por la batidora, se puede añadir un chorrito de nata líquida. Una vez todo bien mezclado y triturado (se puede pasar por el chino), se vierte sobre la sopera y se espolvorea con perejil y cebollino picaditos.

lunes, octubre 16, 2006

VIRGO

http://www.youtube.com/watch?v=ENqcaaEPDXw


BSO de "Espartaco".





Para ver mejor la imagen que encabeza el post pinchar aquí:

http://pompeya.desdeinter.net/cgladiadores.html

Continuamos con el banquete de Trimalción y el siguiente plato que se presenta, es el siguiente:

“Virgo: Una estatua de una virgen, con una espiga en la mano y vestida con una túnica de coral, adornada con jade, azurita y turquesas. Las fuentes contenían vulvas de marrana de leche adornadas con flores y manzanas”.

Continuamos con el tema de los gladiadores...






Los altos dignatarios, con el sitio reservado, accedían al recinto cuando ya estaba lleno, momento en que la muchedumbre manifestaba su cercanía o lejanía de los representantes populares. A continuación se sorteaban las parejas de luchadores, se examinaban las armas y se procedía al calentamiento. Cuando estaba todo preparado se iniciaba el combate que solía ser a muerte. Si uno de los luchadores caía, el vencedor se volvía al palco del editor -quien sufragaba los juegos- para que dictara sentencia: el caído podía vivir o morir allí mismo con un simple movimiento de dedo. En muchos casos la valentía con la que se luchaba era un acicate para salvar la vida en este delicado momento.






Pero uno de los principales motivos del espectáculo era la sangre de los gladiadores, que llegó a ser considerada como un remedio para curar la epilepsia. Otra alternativa de lucha era contra animales salvajes, a las que se daba caza en la arena. Los gladiadores eran hombres de diversa condición social. Algunos podían ser personas libres que habían sido condenadas a muerte y que la pena se le había conmutado por este "oficio". También encontramos condenados a trabajos forzados que elegían la lucha para poder obtener la libertad, si mantenían la vida. La mayoría eran esclavos condenados aunque también encontramos alguno alquilado momentáneamente para el juego o un soldado desafortunado que luchaba para obtener lo que las campañas le habían negado.

Todos ellos se formaban en las escuelas de gladiadores donde cada uno se especializaba en una técnica o tipo de armamento ya que los combates enfrentaban a hombres en diferentes tipos de lucha. De esta manera se compensaban los armamentos e incluso los espectadores participaban en el combate avisando a los luchadores de los movimientos de sus adversarios o sugiriendo iniciativas. Para evitar el floreciente mercado de gladiadores, durante el Imperio se crearon centros de formación estatales. Los entrenadores llamados doctores supervisaban los entrenamientos, especializándose cada uno en una técnica particular, siendo habitual que estos puestos los ocuparan gladiadores viejos ya retirados.





Los precios de los gladiadores experimentaron una importante alza con el paso del tiempo, existiendo algunas estrellas muy bien pagadas. Los gladiadores normales -gregarii- cobraban entre 1.000 y 2.000 sestercios mientras los experimentados -meliores- llegaron a recibir entre 3.000 y 15.000 sestercios. El propio Estado intentó regular este mercado, abaratando los precios al limitar los impuestos y establecer una tarifas máximas de contratación.

Dependiendo de las armas y métodos de lucha empleados, los gladiadores se dividían en dos clases, quienes contaban con armaduras ligeras y los que lo hacían con pesadas. Por ejemplo, los retiarii (‘hombre con red’), que vestían túnica corta e intentaban enredar a su oponente, el secutor (‘perseguidor’), armados con la red, para matarle con un tridente. Otros tipos luchaban con diferentes armas montados a caballo o desde carros. Según la tradición, cuando un gladiador había vencido a su oponente, se volvía hacia los espectadores. Si éstos deseaban que dejara con vida al hombre vencido agitaban sus pañuelos, pero si pensaban que debía morir, mostraban su pulgar hacia abajo. Aunque Constantino I el Grande proscribió las competiciones de gladiadores en el 325 d.C., continuaron celebrándose hasta aproximadamente el año 500.

Yo os propongo como receta arroz a la zamorana, ya que se combina el cereal (arroz) -como alimento de los gladiadores- con el cerdo, por no olvidar el plato que nos sugiere Trimalción; además, ahora que empieza el frío, viene de maravilla (y es muy rica).






ARROZ A LA ZAMORANA (Foto casera. Pinchar en la imagen para agrandar).

400 grs arroz, 200 grs costilla de cerdo, 200 grs oreja de cerdo, 2 manos de cerdo, ½ morro de cerdo, 100 grs. jamón troceado, 1 cebolla muy picada, 2 dientes de ajo muy picados, 1 pimiento rojo, pimentón, orégano, 1 hoja de laurel, tomillo, perejil, aceite y sal.

Se cuecen previamente todos los ingredientes del cerdo menos el jamón. En una paellera o cazuela de barro, se vierte aceite o manteca y se sofríe el ajo, la cebolla, el pimiento, el orégano, el tomillo, el perejil y el laurel. Seguidamente se añade todo lo del cerdo troceado (y la mano deshuesada) y se rehoga todo junto. A continuación se añade pimentón y el arroz y se continúa rehogando un poco mas. Por último, se añade el caldo procedente de la cocción del cerdo, se remueve para evitar que se pegue y cuando quedan un par de minutos para que termine, se retira del fuego, se cubre con un paño y se deja reposar un poco.

Nota.- En los supermercados venden oreja, rabo, morro ya cocido y troceado. También se puede añadir chorizo (sin piel) o chichas. Existe otro modo de hacerlo que es al horno; ya os lo pondré en otra ocasión.

domingo, octubre 08, 2006

EL RIO DE LA VIDA

http://www.youtube.com/watch?v=Vnm5xQvrai0





 
"Pues aunque el resplandor que en otro tiempo fue tan brillante
hoy esté por siempre oculto a mis miradas,
aunque nada pueda hacer volver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no debemos afligirnos, pues encontraremos
fuerza en el recuerdo,
en aquella primera simpatía
que habiendo sido una vez, habrá de ser por siempre,
en los consoladores pensamientos que brotaron
del humano sufrimiento
y en la fe que mira a través de la muerte,
y en los años, que traen consigo las ideas filosóficas
...........................

................................

Y termina así el poema:

"Gracias al corazón humano, por el cual vivimos,
gracias a sus ternuras, a sus alegrías, y a sus temores ................
la flor más humilde, al florecer, puede inspirarme
ideas que, a menudo, se muestran demasiado profundas para las lágrimas".


(William Wordsworth. Oda nº X. Los signos de la inmortalidad, verso 179).







































“El río de la vida” es una de las películas que más me gustan. La acción se desarrolla entre 1910 y 1935 y trata de la historia de una familia residente en un pequeño pueblo de Montana. Allí vive la familia Maclean, Norman (Craig Sheffer) y Paul (Brad Pitt), hijos de un cultivado y estricto pastor presbiteriano (Tom Skerrit).

La familia, la religión, la dura lucha por ser alguien y la pesca con mosca son los puntos sobre los cuales giran sus vidas. Norman, el mayor, que es sensato, tímido e introvertido, se enamora de una chica metodista (Emily Lloyd) y llega a ser un importante profesor universitario. Mientras tanto, Paul es reportero en el periódico local, pero su heterodoxo modo de ser le llevará al borde del abismo.

La hondura de esta buena gente se basa en una antropología que parte de una visión trascendente del hombre, con ribetes ecologistas. Parece clara la deuda de este planteamiento con los trascendentalistas americanos del XIX, al estilo de Henry David Thoreau.





























"En mi familia nunca ha habido una separación muy clara entre la religión y la pesca con mosca", dice Norman, ya anciano, al comienzo del film. Se trataría de mostrar "el lado natural del orden divino". De hecho, por la mañana se ocupaban de tareas intelectuales y las tardes las dedicaban a la naturaleza (la pesca), lo cual me parece un método educativo estupendo pues, a mi juicio, propicia un desarrollo armónico de la persona.










































Además, se señala cómo el respeto hacia la libertad y la intimidad personales puede convertirse en un obstáculo insalvable a la hora de ayudar a los que más lo necesitan. Así se explica la antinomia que plantea la película de "amar totalmente a una persona sin entenderla totalmente" y, a la vez, ser incapaz de ayudarla en el momento crítico.

Este enfoque aporta unas cuantas reflexiones sugerentes –y sinceras– sobre la defensa de la naturaleza, las relaciones familiares y, en general, sobre la necesidad de comprender a los demás.


 
Bueno, pues la receta que os sugiero no puede ser otra que alguna que lleve a la trucha como protagonista. Aquí la tenéis:






SOPA DE TRUCHA A LA LEONESA

Ingredientes (para 4 personas):

4 truchas de ración (mejor asalmonadas), 3 cucharadas rasas de pimentón, 2 dientes de ajo, 1 cucharada rasa de harina, 2 hojas de laurel, 1 pimiento rojo (si es de Fresno, mejor), 1 cebolla, aceite de oliva, 2 cucharadas de unto (yo echo menos, como una uña por persona; si no se tiene unto, se puede sustituir por manteca o por nada), 1 y ½ litro de agua, pan de hogaza del día anterior (o de barra si no queda más remedio), sal.

En una cazuela de barro (u otra) se echa un chorrito de aceite. Cuando esté caliente, se echan los ajos fileteados y por último, finamente picados, el pimiento y la cebolla. Se deja pochar a fuego medio durante unos 10 minutos y entonces se agrega el unto hasta que se deshace.
Añadimos el pimentón y la harina, lo revolvemos y echamos el agua hasta que quede una salsa bien ligada, cuidando de que el pimentón no se queme. Echamos el laurel.
Una vez que las truchas estén limpias y troceadas, se sazonan y se añaden a la cazuela, se deja hervir a fuego medio unos 10 minutos (según tamaño de la trucha, puede ser menos tiempo, nunca más), se retiran y reservan.
En la cazuela de presentación, ponemos el pan cortado en láminas muy finas, se colocan los trozos de trucha encima y se vierte sobre todo ello la salsa de la cocción. Se deja reposar tapado durante 5 minutos y se sirve.

Nota.- Tiene que quedar jugoso pero que se pueda comer con tenedor. Esta receta es del Restaurante Adonías, uno de los mejores de León.

miércoles, octubre 04, 2006

WHITECHAPEL

http://www.youtube.com/watch?v=3TAEyGJen44





La fotografías pertenecen al Whitechapel de la época.

Jack London, en su obra “El pueblo del abismo” (1902) retrata magníficamente la situación de extrema miseria en la que se veían los habitantes del East End de Londres. En 1902 fue mandado a Londres por el periódico para el que trabajaba, con el fin de cubrir la Guerra de los Bóers. Acabó permaneciendo allí siete semanas que dedicó a conocer en propia carne la vida en el East End de Londres; para ello se hizo pasar por uno de ellos disfrazándose de marinero sin trabajo y compartiendo la forma de “supervivencia” de esa pobre gente. No ahorra casi ningún detalle por terrible que sea: el hambre, la explotación infantil, las enfermedades producidas por la falta total de higiene, el trabajo inhumano sin derechos ni descanso.

A propósito de esta obra, Jack London señaló en una ocasión que:

“es el único libro que escribí con el corazón encogido y los ojos llenos de lágrimas”.

Y es que a medida que se va leyendo, la pregunta de cómo fue esto posible, aparece una y otra vez pues hablamos de países ricos (en todas las grandes ciudades industriales pasaba algo semejante, aunque Londres quizás fuera lo mas representativo).


En Londres, a finales del S.XIX, el 30% de la población era pobre de morirse de hambre; la aristocracia y clase media componían menos del 5% del censo; formaban más de cuatro quintas partes los obreros manuales, artesanos expertos y peones.

La ciudad presentaba una tajante separación entre el West End y el East End; los que habitaban en el West End la esperanza de vida era de 50 años, el 18% de los niños morían antes de alcanzar los 5 años; respecto al East End, la esperanza de vida se situaba en los 30 años y el 55% de los niños morían antes de los 5 años y estamos hablando de la misma ciudad; es decir, de vecinos.

De acuerdo en que siempre han existido y existirán ricos y pobres, pero cuando en un mismo lugar la inmensa mayoría es pobre y un alto porcentaje de estos se mueren de hambre frente a una minúscula minoría, es que algo no funciona bien. Jack London señala en su obra:

“En ninguna calle de Londres se puede escapar uno de la contemplación de la pobreza más abyecta; a sólo cinco minutos a pie de cualquier punto del centro de la ciudad se encuentra un arrabal; por donde ahora iba mi coche, sin embargo, la miseria parecía dominarlo todo y no hallar fin...Viejos y viejas desdentados y temblorosos revolvían en el barro, entre los desperdicios del mercado, buscando patatas, verduras podridas, alubias; los niños se arracimaban como un enjambre allá donde hallaban fruta podrida; hundían sus manos en el barro, o donde fuese, para alcanzar la preciada pieza que devoraban al instante”.

No voy a continuar; creo que con este párrafo es suficiente para tener una idea de cómo eran las cosas.
Por otra parte, tampoco se puede negar que la situación no preocupase; sí que preocupaba, pero en vez de buscar las causas en el propio sistema, se culpabilizaba a aquellos que soportaban esta horrible miseria. Y es que estamos hablando de la moral victoriana, representada en la obra de Oscar Wilde “El retrato de Dorian Gray”; Dorian es la imagen de esa sociedad, esplendorosa por fuera y podrida por dentro, pero ya hablaré de este tema en otra ocasión.

Si existe un alimento típico de los pobres, es la patata. Pues aquí tenéis una receta realmente buena que no puede ser más popular (y típica de León).


PATATAS CON COSTILLA AL MODO DE SAHAGUN (Foto casera. Pinchar sobre la imagen para agrandar).

Ingredientes (para 6 personas): 1kg de costilla de cerdo adobadas, 2 kg de patatas, 2 dientes de ajo, 1 hoja de laurel, 1 pimiento rojo, 1/2 cebolla, 1 tomate, perejil, 1 cuchara de harina, 1 cucharadita de pimentón, 1 vaso pequeño de vino blanco, vinagre (opcional).

En una cazuela de barro (o en otra normal) pondremos los dientes de ajo picados, un poco de aceite, media cebolla picada y la hoja de laurel. Lo rehogaremos un poco y lo dejamos que cueza un poco, tras añadir un vasito de vino blanco.

Se agrega la cuchara de harina, la de pimentón, las costillas de cerdo y agua hasta que las cubra y algo mas para las patatas.

Después de cocer a fuego medio-bajo hasta que la carne de las costillas esté blanda (el tiempo depende de la cantidad de carne que tengan las costillas), se le añaden las patatas y lo dejaremos cocer suavemente durante veinticinco minutos más. A la mitad de la cocción echaremos unos trozos de tomate, unos pimientos y un majado de aceite, vinagre (opcional), ajo y perejil.

Dejarlo reposar un poco y servir.