jueves, diciembre 09, 2010

LA CONSTELACION DE LEO



http://www.youtube.com/watch?v=NCSJdi5f8WY





Sí, ya sé que trato las constelaciones como me apetece, sin que correspondan, algunas veces, con lo que es posible ver en el cielo de la noche cuando lo publico. Pues hoy más de lo mismo; tengo mis motivos, muy personales, para dedicarle este post a la de Leo, y concretamente en este mes, así que nada…¡por el corazón del león!

http://www.youtube.com/watch?v=3rEqaugU-q0




De nuevo, recurro a esta extraordinaria bitácora para que os podáis informar convenientemente de los aspectos científicos (yo simplemente me voy a limitar a poner algunas notas que creo son convenientes); es genial:

http://bitacoradegalileo.wordpress.com/2010/03/29/la-constelacion-de-leo/



Un grupo bien diferenciado llamado Hoz define la cabeza del león se trata de las estrellas Algieba o “cabellera del león” (gamma leonis) y Adhafera (zeta leonis), que con eta y kappa nos proporcionan la nariz. Regulus, que ahora es el corazón, formó anteriormente parte de la Hoz. Zosma (delta leonis) señala la espalda y las caderas, y Denebola es la “cola del león” (beta leonis).



Leo ha tenido una gran influencia en culturas como la judía, griega, latina, india, persa y árabe, así como las posteriores astrología y mitología europeas. Existen varios puntos que han contribuido a otorgar a Leo el status de Rey de los signos, o Signo de los Reyes. Una es la relación solar, que lo hace ser el representante del propio Sol; hace unos cinco milenios, en Mesopotamia y Egipto, el paso del Sol a mediodía por esta zona del cielo coincidía con el solsticio de verano. Por ello Leo era la constelación del pleno verano. Plinio relata en Historia natural que los egipcios adoraban a Leo porque la crecida del Nilo coincidía con el paso del Sol por sus estrellas. Las compuertas de los canales que irrigaban el valle del Nilo solían estar decoradas con la cabeza de un león, posible origen del motivo de los surtidores con cabeza de león, muy extendidos en la arquitectura griega y romana.



Regulus, a la que a veces se llama Cor Leonis, “el corazón del león”, ha terminado por tener todas las asociaciones de magnificencia de su constelación. Lo cual, sin embargo, refleja probablemente una tradición posterior en lugar de una concepción originariamente egipcia, ya que Leo fue en tiempos una constelación menor que la actual, y las estrellas de la Hoz, o Cuchillo, se consideraban aparte.

La astrología mesopotámica consideró a Regulus como una de las cuatro Estrellas Reales, guardianas de los asuntos de los cielos. Estas cuatro estrella se encuentran cerca de la elíptica o sobre ella, formando una gran cruz: de Regulus en Leo, a Fomalhaut, en Acuario, que forman uno de los brazos, y de Aldebarán en Tauro a Antares en Escorpio, que forman el otro brazo. Estos cuatro vigilantes de los cielos, y sus constelaciones correspondientes, señalaban las cuatro estaciones del año solar, los equinoccios y los solsticios.

En la mitología griega, a la constelación de Leo se la identificaba con el león de Nemea, al que Heracles le quitó la piel, el primero de sus doce trabajos. El león era una bestia enorme cuyo pellejo resultaba impenetrable para la piedra y para el metal; lo había creado la diosa de la Luna Selene. Como no se podía derrotar al león con armas de ninguna especie, Heracles no tuvo más remedio que luchar con él y le mató asfixiándole. Con las propias garras de la bestia lo despellejó cortando su mágica piel, y desde entonces la llevó como armadura invulnerable, y la cabeza del león como casco.

Al noreste de Denébola, la “cola del león”, sobre la figura de Virgo, tenemos una pequeña nube de estrellas menores que forman el grupo de la constelación Coma Berenice, de la que ya hemos hablado. Este grupo señala con mucha aproximación el polo norte de nuestra galaxia, el eje en torno al cual gira nuestro sistema, con un período de 225 millones de años.

Bueno, pues la receta de hoy “nos la dedico”.



TARTA DE QUESO.

Ingredientes: 1 sobre de cuajada, ½ litro de leche, ½ vaso de azúcar, ½ litro de nata líquida, 1 tarrina de queso para untar (mejor San Millán que Philadelphia, es más natural y no tiene ese gusto tan característico), caramelo líquido, galletas (opcional).

Se mezcla todo bien y se pone al fuego; cuando hierva, se vierte sobre el molde ya caramelizado y, si se desea, se le ponen las galletas por encima. Se mete en la nevera y cuando ya esté cuajado, se desmolda. Más sencillo, imposible, y me podéis hacer caso que está buenísima.

Muchas gracias a Sergio por la receta.

PD.- Yo no le pongo las galletas, pues me gusta más así.