jueves, noviembre 18, 2010

EL AVE FENIX

http://www.youtube.com/watch?v=erOEatu5aH8





El Ave Fénix es uno de esos animales imaginarios y fantásticos que pueblan las leyendas y mitos de muy diferentes culturas y cuyo valor radica en el simbolismo que encierra. Así en Egipto era el pájaro sagrado Benu o Boine, imaginado en un principio como andarríos y después como garza o como halcón dorado con cabeza de garza. Se le consideraba como la encarnación del dios solar, del curso diario del sol y del desbordamiento anual del Nilo; era un emblema de de las resurrecciones de Osiris y de hecho, en el Ritual de los Muertos, Osiris dice: “Yo soy el Bennu, ese Grande que está en An (Heliópolis); yo soy la ley de la existencia y de los seres”.

Esta referencia a la renovación permanente fue reinterpretada por griegos y romanos; Heródoto, en el S. V aC señala lo siguiente respecto al fénix:

“Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de fénix. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren”. (“Los nueve libros de la historia”. Libro II, cp LXXIII)


Y Plinio el Viejo relata la leyenda del Fénix en el siglo I de nuestra era. En el libro X de su Historia Natural, el autor menciona los pájaros multicolores de India y Etiopia; entre ellos el más extraordinario es el fénix. Grande como el águila, este pájaro fabuloso lleva un “collar de oro brillante”, su cuerpo es escarlata y plumas rosas adornan “el azul de su cola”. Plinio cita las palabras del senador romano Manilius. El fénix vive 540 años consagrado al sol en Arabia. Nunca nadie lo vio alimentándose; absorbe de la luz

A través de estos autores griegos y romanos llega a los Padres de la Iglesia, que lo convirtieron en símbolo de Cristo y, en general, de la Resurrección, que vence a la muerte, y de la inmortalidad.


Clemente de Roma, en el siglo I, señala lo siguiente en su “Carta a los Corintios”:

XXV. Consideremos la maravillosa señal que se ve en las regiones del oriente, esto es, en las partes de Arabia. Hay un ave, llamada fénix. Esta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un ataúd de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el ataúd en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y una vez hecho esto, emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años”.

Las Constituciones Apostólicas, cuya redacción data del siglo III pero que su fondo parece ser de tiempos de los Apóstoles, cuenta la leyenda heliopolitana y señalan: “Así pues, si la resurrección es demostrada por un ave sin razón, ¿por qué nos atacan cuando confesamos que Aquel cuyo poder ha llevado a ser lo que no era también puede llevar la disolución a una completa reorganización?”.


Pero además de Clemente de Roma, encontramos a otros santos y Padres de la Iglesia que disertaron sobre el Fénix, así San Eusebio de Cesárea, San Ambrosio, aun bajo el Imperio Romano y posteriormente San Gregorio de Tours, San Isidoro de Sevilla, Valerio Abad, Rábano Mauro, San Alberto Magno…

En “El Fisiólogo” atribuido a San Epifanio vemos una muestra de esto:

El ave fénix es más hermosa que el pavo real, pues si el pavo tiene alas doradas y plateadas, el ave fénix las tiene de color jacinto y esmeralda, y realzadas por colores de piedras preciosas. Su cresta presenta forma de diadema y en sus patas aparecen espolones. Habita cerca de la India y su vida se prolonga durante quinientos años y, sin necesidad de comida y bebida, se alimenta del aire de los cedros del Líbano y, tras de los quinientos años, sus alas se saturan de aromas. Cuando el sacerdote de Heliópolis va a iniciar los sacrificios, sale de su nido, se acerca al sacerdote y juntamente con él entra en el templo hasta el santuario interior y se consume enteramente hasta convertirse en ceniza. Al día siguiente se la ve con las alas renacidas y al tercer día, totalmente rejuvenecida, saluda al sacerdote y, renovada, vuelve otra vez a su propio lugar.
¿Por qué entonces los inicuos judíos no creyeron en la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo al tercer día, siendo así que un ave se renueva a sí mismo en el espacio de tres días?. ¿Cómo es posible que no la pudiera resucitar por sí mismo, siendo así que de el dijo el Profeta: “el Justo florecerá como el ave fénix?”.

San Juan de la Cruz, en el comentario al verso 17 de su “Cántico Espiritual”, señala lo siguiente:

"...que se está el alma abrasando en fuego y llama de amor, tanto, que parece consumirse en aquella llama, y la hace salir fuera de sí y renovar toda y pasar a nueva manera de ser, así como el ave fénix, que se quema y renace de nuevo."

http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/bs3.htm

Y es que la emblemática de la Iglesia, desde los primeros tiempos, vio sobre todo en el maravilloso pájaro, por vía de la Resurrección, el emblema de la trasformación de Cristo y del cristiano del paso de su estado terreno y pasajero al estado inmutable, más allá de la muerte.


Respecto a las representaciones artísticas, se encuentra desde el paleocristianismo, en las catacumbas, teniendo su etapa de máximo auge y esplendor en la edad media. Lo encontramos bien como emblema de la Resurrección o bien como imagen simbólica de Cristo. A menudo, cuando representa al Salvador, la imagen es de un fénix posado en la palmera fénix. También lo hace cuando aparece de pie sobre el montículo en el que suele haber el Cordero de Dios.


Aparece igualmente en sarcófagos, mosaicos y por supuesto, en las miniaturas de los Códices y bestiarios. Quizá una de las más hermosas representaciones se encuentren en el Bestiario de Aberdeen donde nos encontramos con dos ilustraciones del fénix.


Aquí os dejo el link al bestiario; podréis comprobar que es de una gran belleza.


http://www.abdn.ac.uk/bestiary/index.hti



Otro bestiario famoso en el que aparece la figura del fénix es el de Oxford.

Merece la pensa destacar el fénix que aparece tanto en el Oratorio de Santa Práxedes como el de San Juan de Letrán, ambos en Roma. Aquí os dejo unas ilustraciones:




Dibujo de detalle de la ilustración siguiente; el fénix se encuentra a los pies de la Cruz, sobre una palmera. San Juan de Letrán.


Por otra parte, también se encuentra en la alquimia, al que se le hace corresponder con el color rojo, cuyo significado se aproxima a la regeneración de la vida universal, y a la finalización de la obra.

El primer capítulo de Fragmentos de una poética del Fuego, de Bachelard, tiene como título: “El fénix, fenómeno del lenguaje”. De él señala el autor, que es la imagen conceptual de la vida y de la muerte. “Pájaro de fuego”, “llama que vuela”, “ala del rayo”, son expresiones que utiliza el filósofo para referirse al fénix; agrega también este pensamiento: “triunfa por la muerte”. Este es el símbolo más brillante del fénix: muere engendrando resurrección, necesidad de morir para renacer.

Bueno, la receta de hoy es un poco especial, en cuanto que más que nada es una técnica culinaria, y se trata de hacer confit, de confitar en este caso unas alas de pollo, aunque lo corriente sea hacerlo con pato, pero ahora que estamos en época de matanza, en algunas zonas también se hace con carne de cerdo, como un método más de conservación.



CONFIT DE ALAS DE POLLO CON MERMELADA DE HIGOS.

En realidad de lo único de lo que se trata es de que la grasa se mantenga a temperatura bastante baja; aquí os dejo este link con la técnica para hacer un confit:

http://www.directoalpaladar.com/curso-de-cocina/como-hacer-un-confitado-tecnicas-de-cocina

De todas formas, al ser una técnica muy antigua, también se encuentra en los libros de cocina de las abuelas; de hecho, aquí os dejo escaneada la que he encontrado en uno de ellos:




En cuanto a la receta de la mermelada de higos para acompañar, es la siguiente:

Ingredientes: 350 gr. de higos, 100 ml de vino tinto, pimienta y sal.

Se pelan y trocean los higos y se ponen en una cazuela junto con el vino. Se deja cocer lentamente hasta que reduzca y quede cobn la consistencia de una mermelada y como caramelizada; se añade la pimienta y la sal a gusto. Servir junto con las alas.