EL TITANIC: NOBLEZA OBLIGA
Acaba de salir un artículo en varios periódicos sobre un estudio realizado por en el que se compara y analiza el diferente comportamiento global que se dio entre los pasajeros del Titanic y del Lusitania ante la catástrofe.
http://www.abc.es/20100301/ciencia-tecnologia-/motivo-generosidad-pasajeros-titanic-201003012008.html
Esto me ha hecho sacar éste post cuyo tema lo tenía reservado para otro sobre el Titanic y las catástrofes marítimas, lo que no quiere decir que no lo haga, pero en otro momento.
No es que me guste demasiado la película “Titanic”; de hecho existen versiones anteriores mucho mejores, tanto en cuanto argumento como a interpretación. Pero el éxito de la película hizo que saliera a la luz mucha información sobre este desastre; entre ello se encuentran las declaraciones de los supervivientes que si bien ya se conoció en su día, sin embargo ha permitido recuperar figuras que, de alguna manera, habían caído en el olvido, y aún así no lo han sido lo suficiente, ya que el film presenta al protagonista masculino como un héroe popular. Para algunos hubiera sido demasiado que esas personas que se destacaron por su valor y nobleza, además fueran millonarias, y eso no hubiera sido tan taquillero.
Pero pese a quien pese, y aunque posiblemente también existieron otros desconocidos, la realidad fue otra, pues si bien el comportamiento de muchos de los pasajeros varones fue ejemplar en esta catástrofe, destaca con luz propia John Jacob Astor IV, por su bondad, valor, altruismo e infinita elegancia frente a la muerte. Eso sí es saber morir.
Aquí tenéis el testimonio del superviviente, que además es español (he seleccionado algunas frases para situarlo):
"Mi hermana tenía 14 años de edad y yo tenía 12 años cuando nos embarcamos en el Titanic...Teníamos boletos de tercera clase, lo cual significaba que podíamos subir a la cubierta de segunda clase..."¡Qué espectáculo! Quedaban pocos botes salvavidas. La tripulación solo estaba permitiendo que las mujeres y los niños subieran a bordo de los botes salvavidas... no había suficientes botes para todos... En medio de este tremendo desorden e histeria en masa estábamos mi hermana y yo, dos niños inmigrantes que no sabían hablar inglés, que estaban más asustados de lo que uno pudiera pensar, y que iban llorando en busca de ayuda.
"Estaban llenando el último bote salvavidas. Un caballero de mediana edad estaba con su esposa jovencita que estaba encinta. Le ayudó a entrar en el bote salvavidas, luego echó una mirada hacia la cubierta y vio que otros querían ir a bordo. Dio un beso de despedida a su esposa, y, al regresar a la cubierta, agarró a la primera persona que halló en su paso. Felizmente, yo estaba en el lugar apropiado al tiempo apropiado, de modo que él me puso en el bote salvavidas. Grité para que ayudaran a mi hermana que se había quedado paralizada de miedo. Con la ayuda de otras personas, a ella también la metieron en el bote salvavidas. ¿Quién fue el valiente que ejecutó este acto de bondad? Se nos dijo que fue John Jacob Aston IV.
En aquel entonces, él tenía 48 años de edad y su esposa, Madeleine, tenía 19 años de edad. Estaban viajando a los Estados Unidos porque querían que su hijo naciera allí. Se escribieron muchos relatos en los periódicos acerca de cómo John Jacob Astor dio su vida por un inmigrante joven. Los registros de la familia Astor indican que, según la señora Astor, el señor Astor había reñido con un miembro de la tripulación que trató de impedir que él ayudara a su esposa a entrar en un bote salvavidas. El la ayudó de todos modos. Y, como dije, la besó y, al regresar a la cubierta, se puso a ayudar a otros a entrar en el bote salvavidas”.
Para poder leer el testimonio completo, os dejo este link:
http://www.fortunecity.com/greenfield/drongo/51/Relato_1.htm
Pero no fue el único caso, entre los pasajeros de primera clase había un matrimonio de españoles, recién casados: Víctor Peñasco y María Josefa Pérez de Soto.
«A los diez minutos aquello era una casa de locos, toda la gente gritando y corriendo, prisas y peleas, no había botes para todos... Alguien dio la orden de que primero subieran a los botes las mujeres y los niños, los de primera y, luego los de segunda y tercera clase. Recordaba un oficial sacando una pistola y disparando al aire para intentar poner orden en aquel caos». A Josefa, y su doncella las metieron en el bote número 8. «Víctor se dispuso a subir, pero vio a una mujer con un niño en brazos y le dejó paso para que entrara en el bote. Josefa ya no volvió a ver a su esposo, se perdió en el barullo». «Víctor dejó pasar a una mujer con un niño en brazos».
Y aquí el otro link para el relato completo:
http://www.fortunecity.com/greenfield/drongo/51/Relato_2.htm
Algunos hombres se salvaron incluso con engaños, excepto los que formaban la tripulación y eran necesarios para manejar los botes, de los anteriores no merecen que se recuerde su nombre; mejor que mueran en el olvido.
Y en realidad esto es lo importante de la historia del Titanic, los comportamientos de generosidad y altruismo hacia el que es más débil. Qué no me digan ahora que la diferencia entre los del Lusitania y estas grandes personas se debe a una diferencia de tiempo. Y que no me digan tampoco que son convencionalismos sociales. Si algunos no pueden comprender que algunas cosas salen de dentro, del más profundo interior de algunas personas, es asunto de ellos, pero que no traten de rebajar o mediocrizar la nobleza, la excelencia, la areté.
Sin embargo, sí hay algo en ese estudio que pudiera ser importante, y es la diferencia entre los solteros y los casados. En el Lusitania la mayoría de los que sobrevivieron eran hombres solteros o sin descendencia, de 16 a 35 años, que es de imaginar lo consiguieron a base de fuerza bruta, ya que las órdenes fueron, al igual que en el Titanic, las mujeres y los niños primero. Y eso continúa siendo así, y no es por convencionalismos; nadie piensa en convencionalismos cuando se corre inminente peligro de muerte, bien por bomba, bien por naufragio, bien por lo que sea. Primero es la responsabilidad que se tiene de proteger a los más débiles y a las personas que están a tu cargo. Y existe otra cosa más, el amor, que hace preferir salvar la otra vida antes que la propia. Amor, generosidad, altruismo, valor, nobleza, desprendimiento de sí, van de la mano; y en algunos casos, todo eso se extiende hacia los desconocidos más débiles, como son los casos que he contado; existen otros, también del Titanic, ejemplos de perfecta entrega y amor conyugal como el de la esposa del excongresista y ejecutivo de las tiendas Macy's, Isidor Straus, Ida Straus, se negó a subir con las demás mujeres pues sabía que no había suficientes botes para los hombres: "Siempre estuve con mi esposo", dijo y se dirigió a él diciendo firmemente: "Yo iré adonde tú vayas. Moriremos juntos" Y así se quedaron, abrazados en cubierta esperando el final. ¿Y es que existe acaso una manera mejor?.
Por su parte, mientras el barco se iba a pique, lo que hacía que la cubierta se ladeara, el millonario Benjamin Guggenheim se vistió con su mejor traje y declaró que se hundiría como un caballero. "Ninguna mujer quedará a bordo de este barco porque Ben Guggenheim se haya acobardado", añadió.
Y aunque no estoy de acuerdo en que ya no queden hombres así (ni mujeres como Ida Straus), éste texto es un pequeño homenaje hacia ellos:
"Esos hombres del Titanic fueron grandes... había algo en Ben Guggenheim cambiándose de traje para vestirse de etiqueta... o en Howard Case tirando el cigarrillo para saludar con la mano a Mrs. Graham... o incluso en el coronel Gracie jadeando por las cubiertas en la búsqueda valiente pero inútil de Mrs. Candee. Hoy nadie seria capaz de esos pequeños gestos de caballerosidad, pero si los hicieron aquella noche.
Un aire de noblesse oblige es algo que también se ha desvanecido..."
Esta es una receta dicen que de los zares de Rusia; bueno, pues estos hombres no se merecen nada menor, así que ahí va:
TERNERA STROGANOFF.
Ingredientes (para 4 personas): 3 cs de aceite de oliva, 600 gr. de medallón de lomo de ternera cortado en tiras de 5x1 cm, 30 gr. de mantequilla, 3 chalotas grandes picadas, 1 cs de páprika (pimentón), 50 grs. de champiñones, 25 ml vinagre de vino blanco, 50 ml de coñac, 250 ml de caldo de pollo, 200 ml nata líquida (crema agria).
Calentar el aceite en una sartén a fuego fuerte. Por tandas, freír la carne de 3 a 5 minutos, remover hasta que se dore un poco. Retirar y reservar.
Fundir la mantequilla en la sartén, añadir las chalotas y rehogar 2 minutos hasta que se ablanden, pero sin tomar color. Incorporar el pimentón y remover unos 45 segundos. Echar los champiñones y cocinar a fuego fuerte que hasta que se evapore el líquido que sueltan. Verter el vinagre y cocer 1 minuto hasta que la sartén quede casi seca. Añadir el coñac y reducir el líquido a la mitad. Incorporar el caldo y reducir de nuevo a la mitad. Por último, añadir la nata y devolver la carne a la sartén. Servir acompañado de arroz al vapor.
P.D. Para hacer la crema agria añadir un cucharada de zumo de limón a la nata y mezclar bien.
La receta de cinco estrellas se hace con solomillo de buey, pero a mi no me da la gana utilizar esa pieza con salsa (solomillo, lo siento, parrilla, vuelta y vuelta, sal Maldón y ya está) , existen otras que sin ser solomillo también son magras y muy adecuadas, como el lomo. Os dejo un link de las piezas de vacuno para que podáis ver cuales son las partes magras:
http://www.carniceriajesus.es/piezas.html
Esta receta pertenece a la Escuela de cocina Le Cordón Bleu y se hace con carne de buey, pero en la carnicería no la tenían; realmente son todas buenísimas, así que os las iré dando.
Bueno, ahora el capítulo doloroso de las calorías:
600gr. carne magra ternera = 786 kcal.
30 gr. mantequilla = 224,7 Kcal.
3 cucharadas aceite oliva = 270 kcal.
50 grs. Champiñón = 13 kcal.
200 ml. Nata líquida = 448 kcal.
3 chalotas (unos 100 gr.) = 26 Kcal.
Total por ración = 442 kcal. (eso si no se acompaña de arroz; es necesario tener en cuenta que son raciones abundantes, así que nada, plato único y prohibido para el colesterol).